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L AMOR EN EL NOVIAZGO ES
GRATUITO: PORQUE ME DA LA
GANA. EN EL MATRIMONIO, EN CAMBIO, ES UN AMOR DEBIDO EN
JUSTICIA: PORQUE ME HE COMPROMETIDO.
El ser humano ha nacido para amar. Ese amor entre dos personas emerge
en un principio de la atracción física —todos tenemos experiencia de nuestros
años mozos—: nace un “ideal” que el tiempo y el trato se encargó de disipar o de reafirmar.
El
noviazgo es un periodo de acercamiento a la realidad del otro, una preparación que
debe estar regida más por la cabeza que por el corazón. El amor que se ofrece
es gratuito, y aún no existe un compromiso formal. El noviazgo es el camino
donde se fragua el compromiso que dará lugar a la decisión de que los "enamor-dados"
se convierten en "es-po-sa-dos".
En
el matrimonio, el amor es de justicia. Uno tiene que tener claro que cuando se
casa se compromete libremente a amar al otro. Esto es bueno pues nos aseguramos
el amor en ambos sentidos. Sólo el amor y la comprensión pueden sacarnos de
nuestras miserias —no debemos olvidar que somos capaces de los mayores errores
y de los mayores horrores— y que sólo ese amor nos ayudará a asumir los cambios
que con el tiempo se introducen en nuestro físico y en nuestro carácter: Quiéreme cuando menos lo merezca, porque
será cuando más lo necesite. (Dr. Jekiyll)
Nos
podríamos hacer la siguiente pregunta: ¿Pero se puede querer por obligación?,
Sí, si se es fiel al compromiso contraído, y si la obligación está contraída
libremente: ¿Cuesta atender a ese niño pequeño a cualquier hora de la
madrugada?, ¿cuesta levantarse por la mañana para ir al trabajo?, ¿cuesta
querer a ese hijo que va a lo suyo? Hay
tantas y tantas actuaciones que por fidelidad y sentido de la responsabilidad
tiene uno que asumir…
Me
gusta recordar la formula del sacramento del matrimonio, en la que el sacerdote
invita a los novios a expresar el consentimiento: “Yo, Antonio, te recibo a ti, Isabel, como esposa, y me
entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la
salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida”.
Se
ve que no hay resquicios en el devenir del matrimonio que no queden recogidas
en estas frases, por la que se adquiere la condición de cónyuges para siempre.
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