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viernes, 5 de abril de 2013

EL AMOR EN EL NOVIAZGO...



E
L AMOR EN EL NOVIAZGO ES GRATUITO: PORQUE ME DA LA GANA. EN EL MATRIMONIO, EN CAMBIO, ES UN AMOR DEBIDO EN JUSTICIA: PORQUE ME HE COMPROMETIDO.

            El ser humano ha na­cido para amar. Ese amor entre dos personas emerge en un principio de la atracción física —todos tenemos experiencia de nuestros años mozos—: nace un “ideal” que el tiempo y el trato se encargó de  disipar o de reafirmar.                
            El noviazgo es un periodo de acercamiento a la realidad del otro, una preparación que debe estar regida más por la cabeza que por el corazón. El amor que se ofrece es gratuito, y aún no existe un compromiso formal. El noviazgo es el camino donde se fragua el compromiso que dará lugar a la decisión de que los "enamor-dados" se convierten en "es-po-sa-dos".

            En el matrimonio, el amor es de justicia. Uno tiene que tener claro que cuando se casa se compromete libremente a amar al otro. Esto es bueno pues nos aseguramos el amor en ambos sentidos. Sólo el amor y la comprensión pueden sacarnos de nuestras miserias —no debemos olvidar que somos capaces de los mayores errores y de los mayores horrores— y que sólo ese amor nos ayudará a asumir los cambios que con el tiempo se introducen en nuestro físico y en nuestro carácter: Quiéreme cuando menos lo merezca, porque será cuando más lo necesite. (Dr. Jekiyll)

            Nos podríamos hacer la siguiente pregunta: ¿Pero se puede querer por obligación?, Sí, si se es fiel al compromiso contraído, y si la obligación está contraída libremente: ¿Cuesta atender a ese niño pequeño a cualquier hora de la madrugada?, ¿cuesta levantarse por la mañana para ir al trabajo?, ¿cuesta querer a ese hijo que va a lo suyo?  Hay tantas y tantas actuaciones que por fidelidad y sentido de la responsabilidad tiene uno que asumir…
            Me gusta recordar la formula del sacramento del matrimonio, en la que el sacerdote invita a los novios a expresar el consentimiento: “Yo, Antonio,  te recibo a ti, Isabel, como esposa, y me entrego a ti, y prometo serte fiel en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida”.    
             Se ve que no hay resquicios en el devenir del matrimonio que no queden recogidas en estas frases, por la que se adquiere la condición de cónyuges para siempre.

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