Educar. Arte, ciencia y paciencia.

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domingo, 20 de mayo de 2018

HAY QUIEN HABLA DE LO QUE OYE, Y HAY QUIEN HABLA DE LO QUE VIVE. SI NO QUIERES SER UN LORO, REFLEXIONA SOBRE LO QUE OYES Y, SI ES BUENO, HAZLO VIDA. AH, Y DE LO QUE VIVES NO HACE FALTA QUE HABLES MUCHO PORQUE LOS DEMÁS LO VEN.

HAY QUIEN HABLA DE LO QUE OYE, Y HAY QUIEN HABLA DE LO QUE VIVE. SI NO QUIERES SER UN LORO, REFLEXIONA SOBRE LO QUE OYES Y, SI ES BUENO, HAZLO VIDA. AH, Y DE LO QUE VIVES NO HACE FALTA QUE HABLES MUCHO PORQUE LOS DEMÁS LO VEN.

La conversación es el vehículo de comunicación que nos enlaza con las personas que nos rodean y la que dice –aparentemente–, de nuestro saber y de nuestro entender ante los demás.
Muchas de nuestras conversaciones están basadas en lo que hemos leído u oído en los medio de comunicación, que propagan noticias e ideas, que en muchas ocasiones, no nos hemos detenidos a valorar.
La vanidad y en muchos casos la ignorancia del que las repite es el medio conductor por el que se propagan intereses personales o partidistas.
Ni que decir tiene, que nuestros conocimientos son más bien limitados en muchos de los temas que tratamos a diario, por lo que hemos de recurrir a expertos que merezcan nuestra confianza para tener una visión más acertada.
No obstante, son fundamentales dos actitu-des para pronunciarse sobre un tema: la humildad y la capacidad de reflexión. La primera, para saber callar, y la segunda, para pensar en lo que decimos y en los argumen-tos científicos o morales en que apoyamos nuestra opinión. Pues como decía Mark Twain, es mejor tener la boca cerrada y parecer estúpido que abrirla y disipar la duda.
Por último, no me gustaría dejar pasar la ocasión para aconsejar que la lectura es una de las bases sobre la que se apoyan nuestros conocimientos y nuestra cultura. Y me refiero a las lecturas de carácter profesional, de entretenimiento etc., pero sobre todo a las de tipo formativo, cultural.
La lectura permite –a diferencia de otros medios– reflexionar sobre lo que se lee –releer–, y apoyarse en la experiencia y la ciencia de tantos hombres y mujeres que han sabido transmitirlas adecuadamente.
No me resisto a contar la respuesta de un hombre de prestigio a una periodista.
En un programa de televisión, una co-nocida periodista entrevistaba a tres invitados de un amplio espectro social. Uno de ellos era un personaje público de reconocido prestigio social y moral; el segundo entrevistado se dedicaba a las finanzas; y la tercera, una mujer que se dedicaba a la literatura erótica. En el transcurso de la entrevista, la directora del programa, formuló la siguiente pregunta al primer personaje:
–Y usted, ¿ha leído algún libro de nuestra invitada?
–Pues, mire: hay tantos buenos libros que no podré leer debido a nuestra corta existencia, que como usted entenderá, no voy a perder el tiempo en este tipo de literatura.