Educar. Arte, ciencia y paciencia.

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domingo, 12 de mayo de 2013

LA CALDERA HAY QUE ALIMENTARLA



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A CALDERA HAY QUE ALIMEN­TARLA: TENEMOS QUE SER ETERNOS NOVIOS, SORPREN­DERNOS CON DETALLES: LLAMA­DAS TELEFÓNICAS, FLORES, SALI­DAS, PLANES DIFERENTES, ETC. COSAS EN COMÚN.

CUÁNTO SE AGRADECEN LOS
PEQUEÑOS DETALLES:
DESPUÉS DE TANTOS AÑOS, ¿DE VERDAD QUE NO SABES
LO QUE LE GUSTA?

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TODOS TENEMOS LA EXPERIENCIA de haber hecho una hoguera en el campo o encendido una buena chimenea: se amontona la leña sobre hojarascas y en cuestión de minutos las llamas lo envuelven todo. Al poco tiempo, esas llamas abrasadoras dejan paso a un calor menos intenso pero más continuo que son las brasas en las que se convierten los troncos que se resisten a ser engullidos por el fuego. Poco a poco, esa madera que parece defenderse con el chisporreteo, queda convertida en ceniza.

            Utilizando el símil de la hoguera, cuando nos casamos todo es pasión, las llamas de nuestro amor prenden en todo lo que tocamos. El tiempo va poniendo las cosas en su sitio y las llamas se convierten en brasas que son más agradables y estables. Pero ni que decir tiene que si no añadimos leña a esa hoguera, pronto a nuestra alrededor habrá  frialdad e indiferencia.

            ¿Y cual es esa "leña" que hará que el rescoldo de nuestro amor se mantenga hasta que la muerte nos separe? Los pequeños detalles son los que mantienen la temperatura del amor: una mirada, una sonrisa, una palabra de afecto, un gesto de delicadeza, una entrega sin condiciones, un saber callar ante una palabra desafortunada, un estar disponible…  En definitiva: después de tantos años, ¿de verdad que no sabes lo que le agrada?

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