Educar. Arte, ciencia y paciencia.

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lunes, 15 de mayo de 2017

LA PRIMERA COMUNIÓN


Quizás, a muchos de ustedes, les suene el encabezamiento de esta reflexión. Es una estrofa de la conocida canción de Juanito Valderrama Su primera comunión. No me resisto a transcribirla:
"Como una blanca azucena, lo mismito que un jazmín, mi niña va hacia la iglesia, a la iglesia de San Luis.
Ha cumplido siete años y va a recibir a Dios. Mi niña toma rezando su primera comunión
En el quicio de la puerta estamos su mare y yo con lágrimas en los ojos y risa en el corazón,
Un coro de serafines hay en el altar mayor: que está mi niña tomando su primera comunión.
De rodillas es tan bonita y tiene tanto salero, que le da el agua bendita un angelito del cielo.
Mi niña ya está en mi casa llena de gracia de Dios. Cómo la mira su madre y cómo la miro yo.
Cariño de mi cariño, alegría de su amor. La nieve y el blanco armiño copiaron de él tu candor.
Para un padre y una madre no hay alegría mayor que ver hacer a sus hijos la primera comunión".
No sé si has pasado por esta experiencia o si aún tus hijos son pequeños, pero, ¿a que es hermosa? No quiero ser negativo, pero en la actualidad –y en no pocas familias– este sacramento se ha vaciado de contenido. La falta de formación cristiana y las modas van socavando su verdadero sentido, convirtiéndolo en un acto social para divertimento de niños y familiares, que no tiene continuidad en el tiempo, pues en muchas ocasiones es la primera y la única comunión. Al igual que en todo lo demás, los padres tenemos la necesidad de ser coherentes, y tendríamos que preguntarnos: ¿Qué significado tiene para nosotros la primera comunión de nuestro hijo? ¿Qué obligaciones adquirimos como padres de un menor de edad? ¿Me doy cuenta de que el fruto de este sacramento depende de nuestro ejemplo? Pues nuestros hijos podrían pensar que no será tan importante eso de la comunión, cuando nuestros padres no lo viven. Bueno, quizás sea la ocasión para que nos preocupemos de estar a la altura de las circunstancias y recibamos una formación que nos ayude a reforzar –y en otros casos a retomar– nuestras obligaciones como católicos.
La siguiente historieta nos demuestra que el hombre puede hacer las cosas por un sentido o por rutina: –¡El soldado Antonio Duarte, a la garita norte! ¡En la garita sur, Dionisio González! ¡En los bancos del patio, Fernando García!… Y así hasta completar el retén de la guardia. Esta ceremonia se repetía todos los días. El capitán junto con el sargento nombraba las guardias para los puestos de aquel acuartelamiento. En una de estas, un capitán de reciente incorporación le preguntó al sargento el motivo por el que se montaba una guardia en los bancos del patio. –Pues ahora que usted lo pregunta, respondió el sargento, no le encuentro sentido, pues en el patio sólo hay cuatro bancos. Aunque creo que fue el comandante quien dio la orden… Ante la respuesta, el capitán ordenó al sargento que buscara en el archivo la mencionada orden. Después de unos minutos el sargento tenía en sus manos la respuesta al porqué de la guardia en los bancos del patio: «Dado que se procederá a la pintura de los bancos existentes en el patio principal del acuartelamiento, con esta fecha ordeno se habilite en sus inmediaciones una guardia
para evitar que nadie se siente en los mismos hasta que no estén secos…».


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