Educar. Arte, ciencia y paciencia.

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martes, 28 de febrero de 2017

HAY VECES QUE NOS DUELE MÁS LO QUE OPINAN LOS DEMÁS DE LAS TRAVESURAS DE NUESTROS HIJOS.

HAY VECES QUE NOS DUELE MÁS LO QUE OPINAN LOS DEMÁS DE LAS TRAVESURAS DE NUESTROS HIJOS, QUE LAS MISMAS TRAVESURAS.


      Es propio de la condición humana juzgarnos los unos a los otros.
Las situaciones más comunes adquieren unas connotaciones distintas en función del auditorio.  No es lo mismo que le llamen a uno la atención a solas que en público.  En la segunda situación, al tirón de orejas se añade lo que pensarán los testigos de esa llamada al orden.  Es evidente que nuestra reacción será distinta en una u otra situación.
       En no pocas ocasiones nuestros hijos se rebelan contra nuestras órdenes o indicaciones, y tratan de echarnos un pulso, haciendo patente esa rebeldía que todos llevamos dentro.  Estas situaciones, que en el ámbito familiar se suelen resolver con paciencia y con alguna que otra carantoña, en el ámbito social –qué dirán o qué pensarán– pueden llenarnos de impaciencia al sentirnos observados cuando se pone en duda nuestra autoridad.
        No hemos de perder los papeles ni dejarnos influenciar por el espectáculo que a veces pueden dar nuestros hijos. No nos puede doler más lo que opinen los espectadores que la travesura de nuestros hijos. Es más, en estas situaciones tendremos que actuar como siempre, buscando el bien de nuestros hijos, y pensando que más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena.
 Se me viene a la memoria una anécdota que contaba un profesor con muchas horas de vuelo; puede servir de pauta en situaciones comprometidas:
 Tras darle la nota de un examen, un alumno sale airado de la clase dando un portazo y gritando:
 −Y una m… pa ti.
 Todo el alumnado quedó en un silencio expectante y fijos sus ojos en el profesor ultrajado.  Este, sin perder la sonrisa y la calma, comentó:
 −¿Os habéis dado cuenta de la falta de respeto de vuestro compañero? Tendría que haber dicho: −Y una m… pa usted.



jueves, 16 de febrero de 2017

EL HOMBRE HA SIDO CREADO PARA LA FELICIDAD




El hombre ha sido creado para la felicidad y cuando no la tiene busca el sucedáneo de placeres superficiales y pasajeros.

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         Todos tendemos a la felicidad, nadie quiere ser un desgraciado; es más, el que se quita la vida busca –equivocadamente– la felicidad huyendo del problema que le obsesiona.

         Ahora que estás leyendo, seguro que te encuentras sentado en una posición cómoda, y que procuras evitar todo lo que te moleste para hacer una lectura atenta y reflexiva.

         No cabe duda de que las situaciones idílicas solo se dan en nuestra imaginación. El hecho de saber que todo tiene un final, nos impide frecuentemente disfrutar del presente; todos hemos oído o repetido esta frase: "Qué poco dura lo bueno". Por lo tanto, uno puede llegar a la conclusión de que toda felicidad que se acaba no es verdadera felicidad, de ahí que solo la felicidad eterna –para siempre– llenaría el corazón del hombre.

Se cuenta que un niño pequeño se estaba comiendo un enorme pastel mientras lloraba. Un hombre que contemplaba la escena, le pregunta:
–Niño, ¿por qué lloras?
A lo que le respondió el pequeño:
–Porque se me acaba el pastel.
        
         Pero nos tenemos que conformar con esa felicidad pasajera; de hecho, cuando el hombre no es capaz de asumir esa situación, cae en la desesperanza, el pesimismo y la tristeza. Incluso llega a pensar que una vida –en la que los problemas están a la vuelta de la esquina– no merece ser vivida, y que la felicidad siempre está en la casa de enfrente.

Otra anécdota:

Un hombre de negocios observaba desde la ventanilla del avión a un agricultor que estaba inmerso en sus labores.
–Qué suerte tienen algunas personas: míralo, qué paz y tranquilidad se tiene que respirar ahí abajo, en medio del campo, sin agobios, sin que nadie te presione con el cumplimiento de objetivos, y sin tener que estar toda la semana de un sitio para otro. Qué envidia.
Al ruido de los motores del avión, el agricultor levantó la vista, y limpiándose el sudor de su frente dijo:
–Míralos cómo disfrutan. Quién fuera un hombre de empresa, todos los días de un sitio para otro, sin pasar calor; y seguro que todo va por cuenta de la empresa. Así cualquiera. Qué envidia.
                     


sábado, 4 de febrero de 2017

LAS HERIDAS SE CIERRAN DE DENTRO HACIA FUERA



Las heridas se cierran desde dentro hacia fuera. Ante cualquier problema, o vamos a la raíz o lo estaremos cerrando en falso. No obstante hay veces que no es fácil, y por prudencia hay que poner "paños calientes", pero sin olvidar dónde está realmente el problema.

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         Los que han tenido una fístula saben que las heridas se cierran de adentro hacia afuera. El proceso es molesto y doloroso, pues se introducen en el absceso unas gasas que impiden que las paredes de la herida entren en contacto y se cierre en falso.

         Todos tenemos experiencia. Cuántos problemas personales hemos dejado sin resolver bien: por cobardía, por miedo, por falta de criterio para afrontar su solución. Las consecuencias son palpables: intranquilidad, insegu­ri­dad, mala conciencia… y acabamos perdiendo la paz. Cre­ía­mos que el tiempo –que dicen que lo cura todo–, cerraría esa etapa de nuestra vida arrinco­nando el problema en el trastero de nuestra conciencia.

         Se trata, simplemente, de arrancar con valentía y decisión el egoísmo o el miedo que nos impiden llegar a la raíz.

         Cuando no se actúa así se puede acabar en los tribunales. Pero la ley carece de sentimientos, y solo tiene dos platillos, fríos e irreconciliables: cuando uno sube, el otro baja. Y lo peor es que esa balanza la pone en movimiento el hombre.