LA VERDAD NO SE DISCUTE: LA VERDAD SE BUSCA
Comienzo con una canción de Antonio Machado:
¿Tu verdad? No, la Verdad.
Y ven conmigo a buscarla.
La tuya, guárdatela.
He tratado de profundizar en el concepto de verdad y he desistido, pues hay infinidad de teorías filosóficas que hacen difícil encontrar una definición que aclare esta palabra tan manoseada. Pero me quedo no con una definición, sino con unas palabras que han ayudado a millones de mujeres y hombres a que su vida haya estado enfocada a la búsqueda de la Verdad (con mayúsculas): «Yo soy el camino la verdad y la vida»[1].
No cabe duda que buscar la verdad tiene un riesgo, pues si uno llega a ella ya no se puede dejarla escapar, hay que tener la valentía de deshacerse de todos los sucedáneos que la condición humana busca para justificar sus caprichos y torpezas.
Estar en la ignorancia de las cosas conlleva un riesgo que a veces desemboca en tragedias. El ignorante es fácilmente manipulable, inseguro en el decir y en el obrar. Además, si no se conoce la realidad de las cosas no se les puede sacar el máximo provecho.
La ignorancia es en ocasiones invencible, no se puede evitar. Pero la mayor parte de las veces procede de la falta de vencimiento personal. Porque la verdad hay que buscarla, con esfuerzos y sacrificios, sin subterfugios. Ya lo afirmó Pascal: «Muchos están siempre dispuestos a negar todo aquello que no comprenden». Machado también lo expresó a su manera: «Desprecian cuanto ignoran».
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