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O ESPERAR QUE LLEGUEN VUESTROS MARIDOS A CASA PARA DESCARGAR EN ÉL LA PROBLEMÁTICA ACUMULADA DURANTE EL DÍA.
EL CANSANCIO ES LA DINAMITA Y EL MAL HUMOR ES LA MECHA: NO OS PREOCUPÉIS, QUE EL DIABLO SE ENCARGARÁ DE ENCENDERLA.
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ANTES DE PLANTEAR UN PROBLEMA al otro, uno se tendría que hacer la siguiente pregunta: ¿Es el momento oportuno? ¿Mi marido —o mi mujer— está en condiciones físicas y mentales para entablar una conversación sobre un tema conflictivo?
Hay personas que tienen el don de la inoportunidad, y plantea asuntos espinosos en esos momentos que originan salidas de tonos o acaban en decisiones poco reflexivas.
Como el cansancio y las mil preocupaciones de cada día hacen que el buen humor pueda estar bajo mínimos, lo lógico sería decir algo así como:
—¿Te parece bien que hablemos de eso? Tenemos que ir viendo qué hacemos.
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