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lunes, 24 de marzo de 2014

LA SUPERPROTECCIÓN A LOS HIJOS NO ES AMOR, ES MIEDO.



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A SUPERPROTECCIÓN A LOS HIJOS NO ES AMOR, ES MIEDO, Y CREA TENSIONES ENTRE          LOS PADRES.

DE PADRES MIEDOSOS SALEN
HIJOS MIEDICAS.

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LE DECÍA UNA MADRE A SU HIJO que era piloto de aviación:
            —Hijo mío, ten mucho cuidado, vuela bajito y despacio.

            Dicen también que las madres abrigan a sus hijos según el frío que... ellas tengan. Hay quien define un jersey diciendo que es la prenda que las madres ponen a sus hijos cuando ellas tienen frío.

Muchas veces, nuestros propios miedos nos llevan a ver peligros en el devenir de la vida de nuestros hijos. Esta situación se agrava cuando comienzan a tener cierta autonomía y ya no podemos controlar todos sus movimientos.

Esos miedos intranquilizan excesivamente, y acaban en una inestabilidad que se traslada a las relaciones matrimoniales.

En ocasiones es fuente de discusión, dado que tenemos que conjugar el peligro potencial que existe en la sociedad, con la libertad de nuestros hijos y aquí surgen las discrepancias:
—Así, no se puede ser, estás metiéndole el miedo en el cuerpo al niño continuamente.

O esta otra:
—Tú eres muy tranquilo y te da todo igual.

Y un largo etcétera que todos hemos oído o expresado en alguna ocasión. Estas situaciones se dan frecuentemente por la incapacidad que tenemos los padres de resolver los problemas que plantean nuestros hijos.     

No es un tema fácil, pero lo que no debería ocurrir es que se convierta en motivo de problemas en las relaciones matrimoniales. Habrá que tomar una decisión y aceptar las consecuencias.

Decía Winston Churchill: —“Me he llevado sufriendo cincuenta años por lo que nunca ha llegado a suceder”. Cuántas discusiones por los dichosos miedos.



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