Educar. Arte, ciencia y paciencia.

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viernes, 5 de julio de 2013

PEDIR PERDÓN



P
EDIR PERDÓN, SABER PERDONAR Y SABER OLVIDAR.


CUESTA, PERO QUÉ TRANQUILO
SE QUEDA UNO.

Ï

ES DE SENTIDO COMÚN RECTIFICAR el rumbo cuando sea necesario, si es que queremos llegar a puerto. Sin embargo el orgullo y la soberbia nos impiden en muchos casos reconocer nuestros errores. En nuestro interior sabemos perfectamente que hemos errado, pero ante la tesitura de tener que reconocer nuestro fallo y pedir perdón, buscamos argumentos para justificarnos. El caso es conseguir como sea demostrar que no soy yo el único culpable, y que no tengo por qué disculparme. Por lo tanto, como para pedir perdón hay que tener conciencia de la culpa, entramos en un laberinto del que es difícil salir.

            La causa de no ceder es que muchas veces no sabemos distinguir entre las formas y el fondo de cualquier discusión o conflicto. Las formas son el estilo con que tratamos de defender nuestro punto de vista; el fondo es aquello de lo que estamos hablando. Uno puede lleva razón en el fondo, pero la pierde por los malos modos con los que se expresa. En ese caso, uno debería ser lo suficientemente humilde como para pedir perdón:

            —Mira, aunque creo que en lo que te dije llevo razón, tengo que pedirte perdón por la forma tan desagradable que he tenido de decirte las cosas.

            La segunda parte es perdonar. Quizás la persona que se siente herida por la ofensa no reaccione con una sonrisa, pero hay que dejar que cicatrice la herida y tener paciencia.

            Una recomendación: No es bueno hacer leña del árbol caído, de modo que nada de recriminar al que nos pide perdón.


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