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O PAGUES CON TU MUJER TUS PROBLEMAS: ELLA TAMBIÉN TIENE LOS SUYOS.
Y COMO MADRE, LOS DE SUS HIJOS.
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CONOZCO A UNA PERSONA QUE, cuando las cosas en el trabajo no le han ido todo lo bien que hubiera deseado, desde el aparcamiento hasta su casa le va pidiendo a su ángel de la guarda que le ayude a controlar la tensión acumulada para no pagarla con su familia.
Es evidente que en las relaciones externas —laborales y sociales— uno tiene que cuidar las formas y en muchas ocasiones tragar carros y carretas.
Pero como «cuando hay confianza da asco», al llegar a casa no pasamos ni una. Y basta un sencillo alfilerazo para que ese globo que se ha ido llenando explote y nos despachemos a gusto con el primero que se nos ponga por delante.
Si a esto añadimos que el globo de la mujer está también a punto de caramelo por sus propias tensiones —por ejemplo, del trabajo fuera o dentro de casa—, la explosión esta asegurada.