CUANDO SE ESTÁ LEJOS DE DIOS HACEMOS MUCHAS TONTERÍAS, UNAS VECES EN NOMBRE DE LA LIBERTAD, Y OTRAS EN NOMBRE DE LA IDIOTEZ HUMANA.
En la historia de la humanidad el hombre ha tratado de deshacerse de las limitaciones de su propia naturaleza. Así se recoge en el Salmo II de la Biblia:
¿Por qué se amotinan las naciones
y los pueblos hacen vanos proyectos?
Los reyes de la tierra se sublevan,
y los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Ungido:
–Rompamos sus ataduras,
librémonos de su yugo.
y los pueblos hacen vanos proyectos?
Los reyes de la tierra se sublevan,
y los príncipes conspiran
contra el Señor y contra su Ungido:
–Rompamos sus ataduras,
librémonos de su yugo.
Creemos que nuestra infelicidad está motivada por la falta absoluta de libertad. Nos gustaría dar riendas sueltas a nuestros deseos y apetencias, sin tener que dar cuentas a nadie, y menos a nuestra conciencia, que es testigo inamovible de nuestros desvaríos. De ahí que el ser humano se subleve "contra el Señor y contra su Ungido".
En el ya citado libro Jesús de Nazaret, Benedicto XVI pone una vez más el dedo el la llaga, y nos recuerda que cuando el hombre abandona "ese yugo suave y esa carga ligera" que nos recuerda el Señor en el Evangelio, nuestras actuaciones estarán regidas por ese tirano que todos llevamos dentro, y la felicidad que buscamos se nos escapa una y otra vez como el agua de entre las manos:
La enemistad con Dios es el punto de partida de toda corrupción del hombre; superarla, es el presupuesto fundamental para la paz en el mundo. Solo el hombre reconciliado con Dios puede estar también reconciliado y en armonía consigo mismo, y solo el hombre reconciliado con Dios y consigo mismo puede crear la paz a su alrededor y en todo el mundo... Cuando el hombre pierde de vista a Dios fracasa la paz y predomina la violencia, con atrocidades antes impensables, como lo vemos hoy de manera sobradamente clara.
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