Educar. Arte, ciencia y paciencia.

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jueves, 6 de julio de 2017

¡QUE ME QUITEN LO BAILADO...!

¡Que me quiten lo bailado…! A ver de qué te sirve lo bailado para afrontar con dignidad las consecuencias actuales de tanto baile. 

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         Con esta frase tan conocida, muchos quieren justificar los desvaríos y excesos que el hombre es capaz de realizar cuando pierde el norte.

         Hay cosas que en principio me sientan bien, aunque al día siguiente me duela la cabeza; hay cosas apetecibles, aunque a los pocos meses tenga una úlcera de estomago; hay cosas con las que disfruto, aunque dentro de unos años me asfixie por las noches, y hay actuaciones que me pueden cambiar la vida.

         Todo lo que hacemos tiene repercusión en nosotros y en nuestros semejantes, no hay actos intrascendentes. Es imprescindible reflexionar antes de hacer lo que nos pida el cuerpo. El sentido común tendría que ir –como mínimo– medio metro por delante de nosotros y de nuestras actuaciones.

         Uno puede vivir de sus recuerdos o de sus deseos, pero la verdadera vivencia es el presente, con la conciencia de nuestra libertad para hacer el bien o el mal, para disfrutar con lo primero, o amargarse con lo segundo; de ahí la importancia de tener las ideas claras para saber prever los resultados de nuestros actos.




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