Educar. Arte, ciencia y paciencia.

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domingo, 26 de marzo de 2017

NADIE DA LO QUE NO TIENE



La primera herramienta, y la más asequible para afrontar con éxito nuestra labor de educador, es el sentido común, que según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua es el «modo de pensar y proceder tal como lo haría la generalidad de las personas».
Pero a veces solo el sentido común no basta para solventar un problema. Si un hijo se nos pone con fiebre y vómitos, el sentido común nos aconseja que le llevemos al médico, dado que la medicina no es nuestro fuerte. Si observamos, en este caso concreto hemos recurrido a un experto que diagnosticará y tratará las molestias que aquejan a nuestro pequeño.  Es evidente que no estoy animando para que nos matriculemos en la Facultad de Medicina, pero sí podría ser muy útil tener ciertos conocimientos sobre primeros auxilios.
En el terreno de la educación también hay expertos que nos podrían echar una mano en situaciones límite: pedagogos, psicólogos, personas de criterio, etc. Pero no cabe duda de que tendríamos, como en el caso de los primeros auxilios, que disponer de unas herramientas que nos ayuden a afrontar con acierto el día a día, pues nadie da lo que no tiene. Esos conocimientos y esa formación se adquieren, evidentemente, con una dedicación de tiempo, que tendremos que sacar en muchas ocasiones de no se sabe dónde pero que es fundamental para ejercer con una cierta garantía nuestro papel de educadores. Sí, sí, ya lo sé: tenemos poco tiempo, estamos muy ocupados, los niños son todavía muy pequeños... Estoy de acuerdo, pero más vale prevenir que curar.  Por lo tanto, cuando uno no se procura esa formación ocurre que al comienzo uno vive de la reserva y después del cuento.
Ah, y si nos sirve: el tiempo sale del amor.


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