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jueves, 31 de octubre de 2019

LAMEJOR VACUNA PARA LOS HIJOS ES UN HOGAR CRISTIANO Y ALEGRE. ES LO QUE LESAYUDARÁ A AFRONTAR ESOS VIRUS QUE HAY EN EL AMBIENTE.



LA MEJOR VACUNA PARA LOS HIJOS ES UN HOGAR CRISTIANO Y ALEGRE. ES LO QUE LES AYUDARÁ A AFRONTAR ESOS VIRUS QUE HAY EN EL AMBIENTE.

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En honor a la verdad, tengo que decir que he utilizado pocas veces el avión como medio de transporte. En primer lugar, porque no he tenido necesidad y en segundo lugar, porque a mi mujer le da pánico y como es natural, ¿a dónde voy yo a ir sin ella?
Todos hemos oído decir que el avión es el medio de transporte más seguro, pero… que se levante del asiento el que no siente cierto temor a que aquello falle. Cuando por motivos profesionales he tenido la necesidad de desplazarme en una aeronave, utilizaba la siguiente técnica para tranquilizarme: ante un ruido extraño o ante una turbulencia, lo primero que hacía era mirar la cara de la azafata, y su expresión me trasmitía la verdadera magnitud de aquel suceso que por desconocido, me quitaba la paz. Afortunadamente, siempre la recuperaba al ver una cara sonriente y amable.
Ocurre algo parecido con nuestros hijos cuando son pequeños, y no pocas veces cuando dejan de serlo. Esos temores, esas dudas, esas inseguridades, necesitan unas caras –del padre y de la madre– serenas, seguras y alegres.
¿Y cómo se consigue esa serenidad? Pues te puedo asegurar que con la verdad. Me explico. ¿Te acuerdas cuando estábamos en clase y el profesor hacía una pregunta? Los que la sabían levantaban el brazo y los que no, nos escondíamos detrás del compañero para que el profesor no se fijara en nuestra ignorancia. Los que levantaban la mano tenían la verdad de la respuesta y su actitud era de alegría y de libertad. No ocurría lo mismo con los que jugábamos al escondite; nuestra ignorancia nos trasmitía inseguridad y miedo ante esa pregunta que nos planteaba el profesor.
Esta es la realidad cuando estamos en la verdad. Sin embargo, cuando los padres no tenemos, o no sabemos transmitir esa verdad, nuestros hijos carecen del sentido de la vida y eso puede dar lugar a situaciones de angustia, pues no obtienen respuesta a las muchas cuestiones que plantea su existencia. «La proximidad a Dios y la angustia son incompatibles», afirma Leonardo Polo.
Por lo tanto, cuando los padres luchan por vivir su vocación cristiana y la transmiten a sus hijos, ocurrirá lo que san Josemaría comenta en la homilía El Matrimonio, vocación cristiana:
«Cada hogar cristiano debería ser un remanso de serenidad, en el que, por encima de las pequeñas contradicciones diarias, se percibiera un cariño hondo y sincero, una tranquilidad profunda, fruto de una fe real y vivida (…). La caridad lo llenará así todo, y llevará a compartir las alegrías y los posibles sinsabores; a saber sonreír, olvidándose de las propias preocupaciones para atender a los demás; a escuchar al otro cónyuge, o a los hijos, mostrándoles que de verdad se les quiere y comprende; a pasar por alto menudos roces sin importancia que el egoísmo podría convertir en montañas; a poner un gran amor en los pequeños servicios de que está compuesta la convivencia diaria».




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